Me gusta octubre, porque pareciera que toda la magia del año se funde en este mes. Comienza a hacer un poco de frío, los árboles (los pocos que hay en la ciudad) se pintan de color amarillo, los días empiezan a acortarse, pueden verse los atardeceres más extraordinarios, el cielo se aclara, y por las noches, a finales del mes como en estos días, como hoy, se puede observar una majestuosa luna que nos ilumina como si fuera un gran faro y con su luz reparte una aparente calma que nos invade a todos (o casi a todos).
Octubre me trae recuerdos como ni siquiera diciembre lo hace, el final del año, o el día de cumpleaños, de hecho ninguno me gusta, si logro librarme de fechas como la navidad, año nuevo, o el cumpleaños y hacer que pasen desapercibidos puedo ser feliz el día siguiente.
Si eligiera que un sólo mes fuera todo el año sería octubre, porque para mí siempre a sido un parteaguas, un comienzo de algo nuevo, ese descubrimiento de algo, de dejar los recuerdos en algún sitio para crear nuevos, tal vez sea por eso que las remembranzas en estos finales de octubre lleguen desbocados a mi cabeza y las evocaciones de otros octubres.
Recuerdo por ejemplo, que por estos días algún tiempo atrás emprendía largas caminatas acompañado de la bella Dulcinea, y algún octubre después sobre mi siempre fiel Rocinante, no había ningún lugar específico, algún destino o límite, ni tiempo o espacio, simplemente se trataba de caminar, hacer un pequeño viaje, disfrutar de los pequeños detalles, vagar a ningún sitio con la única excusa de estar juntos. Podíamos hacer una broma sobre cualquier cosa, una piedra, una hoja, un dedo, o hasta sobre algo que no fuera real, o levantar la mirada hacia el cielo y darnos cuenta de que no somos nada, un punto de un punto, o menos, pero que al menos teníamos una razón para seguir ahí.
Hoy hice una caminata en la madrugada, como aquellas, aunque no fue muy extensa, pude recordar muchas cosas que había ocultas en mi memoria, tuve la valentía de mirar hacia arriba como hace mucho no lo hacía, y me dí cuenta de que ahí seguía la luna, que para mi buena suerte estaba llena, la osa mayor, la osa menor y montón de constelaciones que son desconocidas para éste neófito. Tal vez en ese mismo momento sucedía cobarde acontecimiento en contra de mi carnal...
El encabronamiento mío llegó hace unas horas cuanto me enteré del suceso. Yo no estoy para contar a detalle como sucedió, porque yo no estaba ahí, lo que sí sé es que lo sorprendieron altaneramente, sin fundamento o razón justificada, a la forma más chola posible (ni los cholos son tan jotos), una persona "non grata" (en delante neardental), todavía resguardándose en las faldas de sus más de cinco fanfarrones amigos, ahora esta allí mi carnal todo magullado.
Aunque no doy razones a la valerosa acción hay ciertas cosas que sí me quedan claras:
Alguna ya vez lo había dicho, he escuchado tantas veces que el origen de las especies, que la evolución, que los humanos estamos en la cumbre de la pirámide de los animales, que somos bien chingones porque somos los más listos, tal vez sí, pero no me queda duda de que todavía andan por aquí muchos de los australopithecus, neardentales, paranthropus, un que otro homo habilis, erectus, cepranensis, por decir algunos, que son una ampolla para aquellos nos gusta estar tranquilos, lo bueno es que un día se van a matar entre ellos y dejarán el planeta libre de inmundicias.
Este tipo de gallardos personajes por lo general andan en tribu y/o manadas que se ocultan entre ellos de sus mismas mariconerías, y atacan en pandilla cuando son víctimas de sus inseguridades o se sienten amenazados de otra persona por temor a ser juzgados por su bajo raciocinio, inteligencia y/o talento. Cuando no encuentran manera de defenderse sueltan los chingazos.
Me queda demostrado y comprobado sin temor a equivocarme y faltándome adjetivos, que son: Merretrapulas sin moral, sinvergüenzas, mentirosos, faramallentos, inseguros, sin criterio, cretinos, farfollas de personas, cínicos, insolentes, embusteros, calumniadores, lerdos, bestias, tardos, farsantes, toda una joyita de individuos (y me quedó baja la mano).
Cuídese de este tipo de seres primitivos que los puede tener en la casa, en el taller o en la oficina (¡Ah qué buena compañía!), porque cualquier día le pueden poner la cazadora y lo acometen por la espalda.
Tal vez en el mismo momento que sucedía el cobarde acontecimiento, yo hacía mi caminata reveladora, recordando otros octubres, esos pequeños detalles que adhieren a la memoria, reminiscencias que llegan como resonancias, inundado de nostalgia y añoranza, miré al cielo y me vi bajo la grandeza, me sentí pequeño e insignificante ante la escena, sin detener la caminata y sin dejar de mirar hacia arriba encendí un cigarrillo y sin querer me entró un poco de humo al ojo...en fin, ni me gusta tanto octubre.
Digo.